sábado, 19 de septiembre de 2015

Dialogar con relativistas

Dialogar con un relativista es una excelente manera de perder el tiempo, pues no importa el empeño que pongas en mostrarle que su posición es equivocada, para él la tuya será siempre solo una postura más, entre otras igualmente valiosas.

Todos hemos tenido alguna vez la experiencia de encontrarnos con ese personaje que va por la vida afirmando que todo da igual, que nada es verdadero ni falso, sino que toda afirmación tiene igual derecho a ser respetada. En estos casos, lo mejor suele ser permitir que esa persona siga su camino. Claro que se puede intentar hacerle ver su equivocación, por ejemplo señalando la contradicción en que cae al afirmar, por un lado, que no hay afirmaciones verdaderas, mientras que por el otro lado afirma que esa afirmación es verdadera. Pero en mi experiencia, pocas veces una discusión con un relativista llega a buen puerto. Creo que de tanto ir en contra vía de la realidad su mente acaba finalmente por volverse una especie de gelatina informe e indefinidamente maleable, presa fácil de toda propaganda y de toda ideología.

¿Por qué sucede eso? ya lo he dicho en muchas ocasiones: creo que la causa de la incapacidad del relativista para percibir su error NO RADICA EN SU INTELIGENCIA SINO EN SU VOLUNTAD, y para ser más precisos, en la esfera emocional, pasional o afectiva de su psiquismo. Me explico.

La filosofía clásica enseña que entre las distintas facultades humanas existe una interconexión tan profunda que cualquier movimiento de una de ellas inevitablemente produce una repercusión en las demás. Esto se ve por ejemplo en la ira que sentimos al recordar algo que nos molestó recientemente, pues ahí se ve claramente la conexión entre un acto cognoscitivo (recordar) y un acto pasional (el enojo); o cuando por causa de una profunda tristeza somos incapaces de concentrarnos para un examen universitario. 

Lo anterior significa sencillamente que los seres humanos somos una unidad, somos un solo ser, no una multitud de facultades superpuestas las unas sobre las otras como los ladrillos de una casa, sin más contacto que el meramente físico.

Y ahí está, creo yo, la explicación del estilo de vida que muchos han asumido hoy día, estilo de vida y de pensamiento dominado por un relativismo total, sobre todo en temas morales. Creo que muchos relativistas actuales no son tales por una conclusión razonada proveniente de años de estudio juicioso sobre la epistemología de la experiencia humana, sino más bien son relativistas por una consecuencia de hábitos de su voluntad, es decir, son relativistas porque viven desde hace años una vida marcada por el relativismo en su conducta, y de tanto vivir así han acabado por impedir a su inteligencia comprender a nivel teórico el error craso que es el relativismo.

O para decirlo en palabras aún más sencillas: son relativistas porque necesitan el relativismo, pues si descubrieran que el relativismo no es una postura racional entonces tendrían que cambiar su entero estilo de vida Y ESO ES LO QUE NO ESTÁN DISPUESTOS A HACER.

Voy a ponerles un ejemplo de esto que acabo de decir: pensemos en un hombre de mediana edad, unos 34 años. Profesional. Soltero, obviamente, pues cree que el matrimonio es solo una costumbre relativa de ciertas culturas y que es igual de valioso estar casado que vivir de cama en cama. Este personaje vive de amorío en amorío, no le preocupa el qué dirán y cada fin de semana vive una "aventura" más. Cuando a este personaje se le pregunta por asuntos trascendentes como la verdad, la moral, el fin del hombre, el sentido de la vida, etc., se limita a afirmar que no hay ninguna moral verdadera y que lo importante es que cada uno haga lo que crea mejor para sí mismo y lo que lo haga feliz. Bien. Estamos aquí ante un caso en donde el relativismo es necesario para esta persona, el relativismo es la estructura fundamental de todo su estilo de vida, y por tanto, para no tener que cambiar de vida, defenderá el relativismo hasta el final, pues necesita hacerlo así para sentir de alguna manera justificada su conducta.

Supongo que no todos los relativistas se ajustan al ejemplo presentado arriba, pero sí un gran número, por lo menos casi todos de los que yo conozco. 

¿Y qué pensar de aquellos que sostienen el relativismo y sin embargo no llevan vidas moralmente viciadas que expliquen dicho relativismo? en esos casos puede ser que su relativismo sea fruto de una formación mediocre o hecha a medias, es decir, personas que en temas trascendentales se contentaron con algunas lecturas básicas, o con seguir la moda que imponen algunos generadores de opinión en los mass media, y nunca quisieron ir al fondo del asunto. 

El punto es que el relativismo no tiene defensa racional y la causa de su aceptación debe ser buscada en todas partes menos en la lógica.

Por esto es tan difícil el diálogo con el relativista, y por eso es que pocas veces da algún fruto, detrás del relativista vive un ser encadenado por el vicio o por la ignorancia.




Leonardo Rodríguez

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