sábado, 30 de enero de 2016

(4) Las virtudes: preguntas y respuestas.



Conexión, orden y armonía


P. ¿Entre las virtudes y los dones y frutos del Espíritu Santo, hay alguna conexión?

R. Sí, padre.

P. ¿De dónde se toma esa unión?

R. De la unidad del objeto que todas miran.

P. ¿Cuál es éste?

R. Conducir al hombre a su último fin y unirle con Dios, objeto de su felicidad.

P. ¿Sabría V. presentarnos esta conexión con algún símil?

R. Sí, padre. Así como las raíces, el tronco, las ramas, las hojas, los frutos, la savia, todo esto forma una sola planta, del mismo modo, en el árbol de la virtud la caridad es el tronco, sus hábitos son las raíces, sus actos son las ramas y hojas; y lo que hay de más perfecto en los actos, es el fruto de la perfección. Nuestro corazón es el jardín, la gracia es la lluvia que riega la planta, y los dones son la savia que sube por las raíces, se reúne en el tronco, y se divide circulando y filtrando por todas las ramas, hojas y frutos.

P. Según este símil, ¿todas las virtudes están unidas en una sola, que es la caridad?

R. Sí, padre.

P. ¿Las virtudes intelectuales guardan entre sí algún orden?

R. Sí, padre. Todas están unidas en la sabiduría.

P. ¿Y las morales?

R. Lo mismo, todas están encadenadas entre sí y unidas a la prudencia.

P. Las virtudes infusas, los dones y los frutos, ¿pueden estar en una persona que no tiene la caridad?

R. De un modo perfecto no; pero sí imperfectamente.

P. Las virtudes morales e intelectuales ¿pueden estar sin la caridad?

R. Sí, porque son virtudes naturales.

P. La fe y la esperanza ¿pueden estar en el hombre sin la caridad?

R. Como virtudes perfectas no; pero sí como virtudes informes.

P. Si las virtudes y los dones del Espíritu Santo están unidos entre sí y forman una sola cosa ¿todos lo hemos de tener todo?

R. No. Hay virtudes que son propias de un estado, las que, en cuanto al ejercicio y práctica, las han de poseer solamente los individuos que lo constituyen; pero todos hemos de tenerlas todas en la buena disposición de ánimo de practicarlas, si las circunstancias nos lo exigen.

P. ¿De dónde procede la multitud y la variedad de virtudes?


R. De los objetos diferentes a que se dirigen.



(Tomado de "Catecismo de las virtudes", Francisco Palau)

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