lunes, 27 de febrero de 2017

La esencia del feminismo radical

El feminismo está definitivamente de moda, incluso los hombres desean declararse feministas puesto que está bien visto hoy. El problema está en la clase de "feminismo" que se estila por estos días, que ya no es el feminismo de antaño que pedía la igualdad jurídica, derecho de propiedad, voto, educación universitaria, participación en el mundo laboral, derecho a heredar, etc. No, esto ha quedado atrás. Uno podía haber pensado hace algunos años que después de haber obtenido estas conquistas el feminismo triunfante se dedicaría a custodiarlas en un plácido estado de gozo por el éxito alcanzado. Pero nada de eso ha pasado, en nuestros días asistimos por el contrario al resurgimiento de un feminismo radical, emparentado con lo que se conoce como marxismo cultural o nueva izquierda, que lejos ya de los antiguos motivos de sus predecesores se ha lanzado a la promoción brutal de una reingeniería social en la cual la ideología de género les otorga el sustento "conceptual".

Pero vamos por partes. Primero que todo ¿qué es eso de marxismo cultural? Para decirlo en palabras breves el marxismo cultural es la versión actual del marxismo. El marxismo clásico o tradicional, ese que causó 100 millones de muertos según cifras aproximadas, se apoyaba en el supuesto conflicto entre burgueses y proletarios, pobres y ricos, obreros y patrones. Y mediante ese conflicto convulsionaba la sociedad y tomaba el poder. Pero en los años más recientes su discurso fue perdiendo fuerza entre otras cosas por la caída de la Unión Soviética y porque el modelo del capitalismo liberal (perverso también) en vez de empobrecer cada vez más al obrero y enriquecer cada vez más al rico (aunque lo segundo sí lo ha hecho), ha permitido la formación de una clase media bastante satisfecha de su situación. De manera que el marxismo clásico se quedó sin clientes para venderles su revolución. Y sin conflicto y revuelta el marxismo nada es.

Entonces tuvieron que buscar nuevos clientes para venderles el marxismo a partir de la década del noventa. Y encontraron sus nuevos clientes en las "minorías" oprimidas de homosexuales, ecologistas, animalistas, indigenistas, homosexuales, Lgbt y un largo etcétera. De manera que el marxismo cultural o nueva izquierda es el intento del viejo marxismo por reestructurarse ya no en torno al conflicto entre proletarios y burgueses, sino al conflicto entre supuestas minorías oprimidas por diversas condiciones y el resto de la sociedad. Obviamente ese "resto" de la sociedad es, ¡oh casualidad!, la misma sociedad que el marxismo clásico quería destruir: familia, religión, iglesia, libertades, cristianismo, tradición, etc. Mismo enemigo, diversa estrategia.

¿Y la reingeniería social? Este es un concepto emparentado con el anterior. Hace referencia al esfuerzo por destruir la sociedad tradicional para reemplazarla, como en un trabajo ingenieril, por la nueva sociedad preconizada por el marxismo cultural, en la cual, según sus defensores e idiotas útiles, brillarán valores como libertad, igualdad y fraternidad (y ya sabemos de dónde procede la trilogía). Mismas promesas de antaño auguran mismos resultados.

¿Y la ideología de género? La ideología de género está hoy en boca de todos. Consiste, también para decirlo con brevedad, en un conjunto de ideas que se quieren llevar hasta la cultura y las legislaciones nacionales, según el cual todo lo relacionado con el ser hombre y ser mujer es solo una construcción de las sociedades, de manera que no es que hayan hombres y mujeres, sino que nacen "personas" indeterminadas y es la sociedad la que se encarga de indicar a cada uno cómo comportarse si DECIDE ser de la categoría 'hombre', y cómo comportarse si DECIDE ser de la categoría 'mujer'. Entonces el sexo es lo biológico que traemos al nacer, pero que no determina en absoluto lo que seremos, y el 'género' es el conjunto de conductas normativas impuestas por la sociedad a cada opción posible de identidad psico-sexual.

¿Y qué es lo grave? En realidad 'grave' no es la palabra correcta aquí, más bien habría que decir calamitoso, ya que en caso de que la ideología de género llegara a triunfar completamente en la cultura y las legislaciones de los países (cosa que ya está ocurriendo en un proceso lento pero efectivo), ello significaría ni más ni menos que la entera transformación de la sociedad, hasta el punto de quedar irreconocible. Las personas tendrían campo abierto a la divinización gnóstica de sus caprichos individuales a una escala jamás sospechada por los gnósticos de todos los tiempos. Serían 'dioses' capaces de decidir incluso qué son hoy y qué quieren ser mañana, o incluso un poco más tarde el mismo día. Porque puede que amanezca el 'sujeto' queriendo ser hombre, pero para la hora del almuerzo lo masculino lo ha decepcionado tanto que desee ahora ser mujer. Y para el té de la tarde quizá desee ser transgénero o bisexual. Y ya para el momento de irse a la cama quizá desee ser delfín o unicornio. Las posibilidades son infinitas, como infinito es el número de imbéciles según la Sagrada Escritura.

Como bien puede verse esto ya nada tiene que ver con el feminismo ese de los primeros años que buscaba igualdad de derechos y de oportunidades entre hombres y mujeres. El cambio ha sido radical, pero conservan el nombre para aprovechar el prestigio de sus predecesores.

Y entonces ¿Cuál es la esencia del feminismo radical? La revolución, el trastocamiento del orden natural, la destrucción del ser de las cosas tal y como su misma naturaleza ha establecido (su Hacedor más bien), ni más ni menos, es el gnosticismo total: seréis como dioses. 

Nota: se suele llamar gnosticismo a todo movimiento que de una u otra forma busca el endiosamiento del hombre, o atribuirle características propias del ser divino. Para el gnosticismo todos en realidad somos dioses.


Ese es el feminismo radical, aupado por la nueva izquierda como caballo de batalla para dinamitar la sociedad que tanto odia. 

¿Amor por las mujeres? ¡Infinito! Y por lo mismo nada más que oposición frontal y total al feminismo de la nueva izquierda.


Leonardo Rodríguez

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