miércoles, 1 de marzo de 2017

Defender lo obvio




Se ha llegado hoy a una situación tan descabellada que resulta cada vez más difícil defender lo obvio. Y es que el oscurecimiento paulatino del mismísimo sentido común ha tomado una velocidad tan vertiginosa, que en cuestión ya no de años sino de meses tendremos que pedir disculpas por afirmar, como en la imagen, que uno más uno hacen dos.

Y es que es asombroso a lo que hemos llegado, la situación se hace cada día más insostenible: un conjunto de ideas provenientes del progresismo cultural de matriz liberal y marxista (esta última en su versión 'neo'), se ha posicionado con tal fuerza y dominio en la atmósfera socio-cultural, que ha consolidado una forma tiránica de 'pensamiento políticamente correcto', fuera del cual nada es admitido, ni valorado, ni aceptado y cada vez más ni siquiera tolerado. 

Y lo vemos a diario en nuestras conversaciones con otras personas, en los medios de comunicación, en las columnas dominicales de los 'intelectuales' de turno, en los noticieros, en los pronunciamientos de los 'políticos', en las opiniones del hombre de a pie, etc. 

Salvo reducidos grupos de pensadores de filiación más bien tradicional, la colonización de lo políticamente correcto ha sido total y su reinado se ejerce con despotismo, implacable.

Por poner un ejemplo (o más bien dos) entre miles. En días pasados se celebró la versión número veinte del Carnaval de las Palmas, en España. Allí fue 'coronada' como 'nueva' Drag Queen de las Palmas de Gran Canaria un 'artista' que ha realizado un show grotesco y blasfemo al disfrazarse de virgen maría. 

Un espectáculo vomitivo desde donde se le mire, insultante e hiriente de la fe de millones de españoles que vieron así pisoteada públicamente la sacralidad de la madre de Dios.

Como era de esperarse se vieron dos reacciones diversas. De un lado los católicos anunciaron acciones jurídicas para pedir que los responsables del exabrupto (por decir lo menos) respondan ante la justicia por sus acciones, teniendo en cuenta la vulneración de los sentimientos religiosos de millones de españoles. Y de otro lado se pronunciaron los partidos políticos liberales y de izquierda, aplaudiendo, palabras más palabras menos, el show blasfemo en cuanto manifestación 'artística' y ejercicio legítimo de la 'libertad de expresión'. Asimismo en redes sociales el aluvión de insultos de la masa enardecida contra los católicos no se hizo esperar y se contaron por decenas de miles los mensajes de burla y odio.

Por otra parte, también por estos días ha hecho noticia un particular bus que recorre las calles de Madrid portando un mensaje sencillo y biológicamente exacto a más no poder: los niños tienen pene y las niñas tienen vulva. 


¿Qué vez de malo en el mensaje del bus, querido lector? Nada, absolutamente nada, biología básica, anatomía de lo más elemental. Dos afirmaciones que fácilmente se pueden encontrar en cualquier libro de texto para biología en primaria. Tal cual.

Pues ¿qué ha pasado? Lo que era de esperarse dado el dominio de lo que arriba hemos llamado 'pensamiento políticamente correcto' (que no es pensamiento ni mucho menos correcto), que esos mismos políticos que acudieron en coro a defender al 'artista' drag queen, exigiendo a los católicos silencio y 'tolerancia' ante una muestra 'evidente' de libertad de expresión, se mostraron esta vez indignadísimos contra la, para ellos, evidente 'homofobia', o mejor dicho 'transfobia' (porque la palabra fobia al parecer rima con todo y está de moda) del susodicho mensaje inscrito en el bus. Y pasaron de la indignación a la acción y con eficacia digna de mejores causas han solicitado ante la justicia española que actúe con celeridad contra los 'transfóbicos' responsables de tamaña agresión contra la población lgbt...

Y ni qué decir de la masa que pulula por las redes sociales, se han lanzado con una avalancha de insultos contra los promotores de la campaña del bus madrileño, acusándolos de todo tipo de crímenes. No han ahorrado insultos y han sido generosos en la repartición de calificativos soeces.

Pues bien, ¿qué podemos sacar en claro de estos dos episodios? varias cosas:

1) Existe la libertad, pero solo para quienes comulguen con el ideario liberal-progresista-neomarxista que constituye lo políticamente correcto hoy día. Para los que se aparten de dicho ideario la libertad es solo una ilusión.

2) Quienes dominan la escena 'cultural' actualmente, están convencidos de que la exigencia de derechos es un atributo únicamente de quienes comulguen con el ideario arriba mencionado.

3) Si perteneces a la masa de turiferarios de lo políticamente correcto tienes asegurado tu éxito en el submundo de la 'intelectualidad' de hoy. Si no, estás condenado a ser un paria, un inferior.

4) Los católicos deben aguantar todo tipo de insultos, desde los más 'inocentes' hasta las blasfemias más atroces, porque todo ello no es más que 'libertad de expresión'.

5) Los católicos, si llegan a hacer uso de esa misma 'libertad de expresión', deben atenerse a las consecuencias jurídicas y penales que ello les acarree. Pues obviamente tal derecho solo aplica para quienes insulten a los católicos, ni más faltaba.

6) Ni la biología ni la anatomía más elemental pueden romper la fuerza de una ideología, en este caso la ideología de género, puesto que cuando la ideología se apodera de una persona, ejerce sobre ella un dominio absolutamente despótico.


Cada día se va haciendo más difícil defender lo obvio.

Leonardo Rodríguez




2 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad es que la situación es bastante sorprendente, por ser suave. Uno va de pasmo en pasmo.
Precisamente a raíz de esto recordé este pasaje de 'la Vida de Brian', la película de 1979 de los 'Monty Python', parodia de los peplum. En 1979 esta escena era considerada humor. Hoy podría darse literalmente esta conversación en un documental- y eso no es ya humor.
(https://www.youtube.com/watch?v=EQjPvCJzWR4)

Renato R. dijo...

Muy bien dicho, Leonardo! Eso se dá atualmente en casi todos las naciones del Occidente. El controlo social del pensamiento por parte de las midias y de los centros que dictan la cultura, como las universidades, así como la tibieza de la Iglesia docente sobre todo, han conducido a tal estado lastimable de cosas.

Saludos de Brasil